Cuando se comienza a abordar un tema
tan complejo, lo primero que viene a nuestra mente son preguntas, ¿Quién ocupa
el puesto de arquero en la niñez y adolescencia?, ¿Es el de menos habilidad
futbolística?, ¿Es el que no tiene estado físico?, ¿Es el que tiene sobre peso,
el llamado “gordito”?, ¿Es el que no tiene ninguna habilidad para el deporte?, ¿estos
son los que ocupan ese puesto que de niño y adolescente parece nadie querer?, ¿De
qué manera se puede des mistificar un puesto maltratado y vapuleado?.
Eduardo Galeano nos pinta algo de
la realidad del arquero en este extracto del libro “El fútbol a sol y sombra”. “Dicen que donde él
pisa, nunca más crece el césped. Está condenado a mirar el partido de lejos. Él
no hace goles. Está allí para impedir que se hagan. El gol, fiesta del fútbol:
el goleador hace alegrías y el guardameta, el aguafiestas, las deshace.
Lleva a la espalda el número uno. ¿Primero en cobrar? Primero en pagar. El
portero siempre tiene la culpa. Y si no la tiene, paga lo mismo. Cuando un
jugador cualquiera comete un penal, el castigado es él: allí lo dejan,
abandonado ante su verdugo, en la inmensidad de la valla vacía. Y cuando el
equipo tiene una mala tarde,
es él quien paga el pato, bajo una lluvia de pelotazos, expiando los pecados ajenos.
Los demás jugadores pueden equivocarse feo una vez o muchas veces, pero se
redimen mediante una finta espectacular, un pase magistral, un disparo certero:
él no. La multitud no perdona al arquero. ¿Salió en falso? ¿Hizo el sapo? ¿Se
le resbaló la pelota? ¿Fueron de seda los dedos de acero? Con una sola pifia,
el guardameta arruina un partido o pierde un campeonato, y entonces el público
olvida súbitamente todas sus hazañas y lo condena a la desgracia eterna.”
Introducirse en la mente de un arquero
de futbol no solo es apasionante y complejo, sino también un desafío que
implica desentrañar una “cabeza” que se mueve, entre otras cosas desde la
soledad que produce el puesto a ese grado de “locura” que se necesita para
llevar y sentir eso de ser arquero.
Podemos abordar este tema desde
diferentes ángulos, una mirada desde un puesto ingrato, ya que podes atajar
cerca de la perfección y un solo error dejarte como la única causa de la
derrota, del “fracaso”; un puesto solitario desde su entrenamiento
diferenciado, pasando por su vestimenta hasta la responsabilidad que genera el
mismo; y un puesto que requiere de perfección donde la presión es mayor, claro,
es la ultima posibilidad de defensa, detrás de él no hay compañeros, solo el
arco y la red, donde la pelota no debe ingresar bajo ninguna circunstancia.
Sabemos que de niños queríamos solo jugar, tocar la
pelota, correr detrás de ella, hacer un gol, y esto el puesto de arquero no lo
permitía, seguramente son muchos los motivos, pero deseo que nos anclemos en
uno como punto de partida para valorar y destacar un puesto sumamente
importante, veamos; ¿Qué características se requieren para ocupar el puesto de
arquero?, la primer respuesta que me viene a la cabeza es la valentía,
podríamos definirla como energía o vigor en la ejecución de una acción, está asociada al heroísmo, podemos aquí recordar las palabras de
Mascherano, jugador de la Selección Argentina de futbol a Sergio “chiquito”
Romero cuando en la semifinal del mundial de Brasil 2014 el volante de la
selección Argentina le dijo a Romero “Hoy, hoy te convertís en héroe”; ese es
el puesto de arquero, blanco o negro, gloria o barro, no hay grises; en este y
primer cortísimo panorama podríamos aventurar como hipótesis que quizá también
ese puesto “ninguneado” y evitado, lo es no porque sea insignificante, sino
porque requiere de ciertas características importantes, carácter, temperamento,
fortaleza mental para no ser devorado por el puesto, es por ello, que el
arquero también como muestra de valor debe conquistar sus miedos, reconocerlos,
aceptarlos, enfrentarlos.
Eduardo Sacheri
escritor, recuerda sus días como arquero y nos dice: “Atajo desde que me di
cuenta de que para ser arquero lo más importante no es el talento sino las
agallas, la voluntad, los huevos. Por supuesto que hay que tener técnica. Volar
de palo a palo. Achicar a los delanteros. Descolgar centros. Pero sobre todo,
para ser arquero hay que estar dispuesto a tapar con la cara, la panza, las
piernas, los dientes o la espalda, con lo que sea con tal de que la pelota no
entre. Supongo que a los 17 voy al arco, entre otras cosas, porque combino
cierta predilección por la soledad, una buena disposición para el sacrificio y
una resignada serenidad para aceptar los golpes y la responsabilidad”.
Si continuamos el análisis por
esta línea la segunda característica que podríamos mencionar es la frustración,
el puesto de arquero requiere tolerancia a la frustración; sabemos que la
perfección no existe en ningún ámbito de nuestra vida, eso no implica que en
cada ámbito busquemos acercarnos a ella,
para mejorar y superarnos, a partir de este razonamiento podemos admitir el
error como algo posible, el arquero debe aprender a convivir con el error, no
tomar el error como algo “apocalíptico”, el problema no radica en el error,
sino, en cúal es la actitud, la conducta ante el, como se lo enfrenta, si
logramos aprender a afrontar el fracaso, comenzamos a desarrollar la
autoconfianza.
Desde este ángulo podemos decir
que si bien el arquero forma parte del equipo no tiene hinchada, ¿Debe
“producir hinchada”?, ¿Qué es esto de “producir hinchada”?, es atajar cerca de
la perfección, sostener un gran rendimiento, parece la única manera de que el
arquero logre ese reconocimiento de la hinchada, que sabemos que mira con los
ojos de la pasión y que la pasión no entiende de razones, esa hinchada que
puede corear tu nombre o aplaudirte cuando atajaste esa pelota imposible. Esto
es terriblemente desgastante porque el arquero debe sostener un nivel cerca de
lo superlativo para estar en el corazón del hincha, y lo más doloroso, es que
sabiendo que un solo error derrumba lo que parecía un edificio solido como un
castillo de naipes. Lo frágil es para el arquero depositar sus expectativas, su
rendimiento en ser juzgado por la pasión del hincha, por la mirada crítica del
periodismo, por el análisis del entrenador, muchas miradas, muchas mentes que
sin dudas le cambian el foco, el sentido y ahí es donde el arquero intenta
controlar aquello que no puede, simplemente porque no depende de él, ¿Qué depende
de él entonces?, ¿Qué puede controlar?, puede controlar su preparación, conocer
sus límites y superarlos, saber de sus fortalezas, tener objetivos de tarea
para desarrollar su potencial, tener claro que la mejora continua lo mantiene
siempre en acción, motivado y enfocado en el presente, que es el tiempo donde
el arquero debe vivir, desde el presente le damos forma a lo que será, el
pasado; y a lo que vendrá, el futuro, todo se construye en el presente,
aquellos que no tiene que ver con resultados, juzgamientos, etc., sino, con
vivencias que dejan aprendizajes, que permiten continuar y mejorar.
El control de las emociones es
para el arquero algo clave, saber reconocer y manejar el enojo, la ansiedad, el
pesimismo, el desgano, etc., conocer como se expresa el estado emocional
permite saber los procedimientos adecuados de autocontrol y regulación, ya que
estas emociones pueden traer como consecuencia una disminución en el
rendimiento, por ejemplo, en los procesos de atención, errores en la toma de
decisiones, retraso o adelanto en las respuestas motoras fallando en la
ejecución, disminución de la energía y cambios en la actitud, se sabe hoy que una garantía de éxito se
relaciona con la capacidad de autocontrol del deportista, aquí hago referencia al
reconocimiento del papel activo que tiene la personalidad en la regulación del
comportamiento y la consecución de metas, la inestabilidad ante los obstáculos pueden producir que nos
quedemos girando como en una calesita, enganchados en el problema, en la
adversidad, en el error, dejando de caminar hacia nuestros objetivos, si no se
logra controlar las emociones nuestros objetivos no solo se alejan sino también
se diluyen al permanecer empantanados en los conflictos, como criticas y
errores.
Por último, el aspecto a destacar es el de la personalidad, el vinculo entre personalidad y deporte fue y es
estudiado aun, ante la amplitud y profundidad
del concepto y obligatoriamente siendo reduccionista deseo destacar algunas
definiciones de personalidad para dar algo de luz al concepto, podemos definir la
personalidad para Cattel como lo que permite un pronóstico
sobre el comportamiento que adoptará una persona en determinada circunstancia; Eysenk la definió como una organización más o menos estable y
duradera del carácter, temperamento, intelecto y físico de una persona, que
determina su adaptación única al ambiente; para Allport es la
asociación dinámica dentro de un individuo, de todos los sistemas psicofísicos
que determinan su comportamiento y sus pensamientos; para Adler como el propio sentido de la vida de un
individuo, sus formas características de resolver los problemas y conseguir los
objetivos que se ha fijado.
Reflexionando sobre las
definiciones de personalidad podemos enumerar ciertas características que el
arquero debe poseer:
- La determinación como la manifestación de firmeza y convicciones solidas.
- La fuerza como la energía que
se imprime para realizar sus actividades y afrontar las adversidades y obstáculos.
- El compromiso, que contiene la
motivación para entrenar y el establecimiento de metas, claras, desafiantes y
posibles.
- El autocontrol emocional, enfocarse en el proceso, no en lo que
tengo para ganar o perder, liberarse de la propia opinión, no juzgarse.
- La flexibilidad y adaptación a
las circunstancias.
- El manejo de presión, vivir la
situación como un desafío y no como amenaza, aceptándola como parte del juego.
- La actitud positiva, de manera que lo renueve constantemente ante
los sucesos negativos, una gran herramienta es el auto dialogo, saber hablarse
sostiene el foco, maneja la presión, regula las emociones, etc.
Es a mi criterio innegable que
la dificultad, la mentalidad y el protagonismo que requiere el puesto no sea
para cualquiera, y que el desprecio, la crítica y la minimización del mismo
sean defensas psicológicas ante tamaña responsabilidad, ya que la exposición
que impone estar bajo los tres palos, vestido diferente al resto, tratando de
evitar lo que todos esperan (goles), y sabiendo que es el último bastión,
ponerse en ese lugar altera la psiquis de aquellos que pretenden como un espejo
identificarse en la gloria y hundirlo en la desgracia, quizá la soledad tenga
que ver con eso y el saberse acompañado por uno mismo sostenga la gran osadía
de ser arquero.