sábado, 27 de junio de 2020

PSICOLOGÍA DEL ARQUERO DE FÚTBOL.




Cuando se comienza a abordar un tema tan complejo, lo primero que viene a nuestra mente son preguntas, ¿Quién ocupa el puesto de arquero en la niñez y adolescencia?, ¿Es el de menos habilidad futbolística?, ¿Es el que no tiene estado físico?, ¿Es el que tiene sobre peso, el llamado “gordito”?, ¿Es el que no tiene ninguna habilidad para el deporte?, ¿estos son los que ocupan ese puesto que de niño y adolescente parece nadie querer?, ¿De qué manera se puede des mistificar un puesto maltratado y vapuleado?.



Eduardo Galeano nos pinta algo de la realidad del arquero en este extracto del libro “El fútbol a sol y sombra”. “Dicen que donde él pisa, nunca más crece el césped. Está condenado a mirar el partido de lejos. Él no hace goles. Está allí para impedir que se hagan. El gol, fiesta del fútbol: el goleador hace alegrías y el guardameta, el aguafiestas, las deshace.
Lleva a la espalda el número uno. ¿Primero en cobrar? Primero en pagar. El portero siempre tiene la culpa. Y si no la tiene, paga lo mismo. Cuando un jugador cualquiera comete un penal, el castigado es él: allí lo dejan, abandonado ante su verdugo, en la inmensidad de la valla vacía. Y cuando el equipo tiene una mala tarde,
es él quien paga el pato, bajo una lluvia de pelotazos, expiando los pecados ajenos.
Los demás jugadores pueden equivocarse feo una vez o muchas veces, pero se redimen mediante una finta espectacular, un pase magistral, un disparo certero: él no. La multitud no perdona al arquero. ¿Salió en falso? ¿Hizo el sapo? ¿Se le resbaló la pelota? ¿Fueron de seda los dedos de acero? Con una sola pifia, el guardameta arruina un partido o pierde un campeonato, y entonces el público olvida súbitamente todas sus hazañas y lo condena a la desgracia eterna.”



Introducirse en la mente de un arquero de futbol no solo es apasionante y complejo, sino también un desafío que implica desentrañar una “cabeza” que se mueve, entre otras cosas desde la soledad que produce el puesto a ese grado de “locura” que se necesita para llevar y sentir eso de ser arquero.
Podemos abordar este tema desde diferentes ángulos, una mirada desde un puesto ingrato, ya que podes atajar cerca de la perfección y un solo error dejarte como la única causa de la derrota, del “fracaso”; un puesto solitario desde su entrenamiento diferenciado, pasando por su vestimenta hasta la responsabilidad que genera el mismo; y un puesto que requiere de perfección donde la presión es mayor, claro, es la ultima posibilidad de defensa, detrás de él no hay compañeros, solo el arco y la red, donde la pelota no debe ingresar bajo ninguna circunstancia.
Sabemos  que de niños queríamos solo jugar, tocar la pelota, correr detrás de ella, hacer un gol, y esto el puesto de arquero no lo permitía, seguramente son muchos los motivos, pero deseo que nos anclemos en uno como punto de partida para valorar y destacar un puesto sumamente importante, veamos; ¿Qué características se requieren para ocupar el puesto de arquero?, la primer respuesta que me viene a la cabeza es la valentía, podríamos definirla como energía o vigor en la ejecución de una acción, está asociada al heroísmo, podemos aquí recordar las palabras de Mascherano, jugador de la Selección Argentina de futbol a Sergio “chiquito” Romero cuando en la semifinal del mundial de Brasil 2014 el volante de la selección Argentina le dijo a Romero “Hoy, hoy te convertís en héroe”; ese es el puesto de arquero, blanco o negro, gloria o barro, no hay grises; en este y primer cortísimo panorama podríamos aventurar como hipótesis que quizá también ese puesto “ninguneado” y evitado, lo es no porque sea insignificante, sino porque requiere de ciertas características importantes, carácter, temperamento, fortaleza mental para no ser devorado por el puesto, es por ello, que el arquero también como muestra de valor debe conquistar sus miedos, reconocerlos, aceptarlos, enfrentarlos. 

Eduardo Sacheri escritor, recuerda sus días como arquero y nos dice: “Atajo desde que me di cuenta de que para ser arquero lo más importante no es el talento sino las agallas, la voluntad, los huevos. Por supuesto que hay que tener técnica. Volar de palo a palo. Achicar a los delanteros. Descolgar centros. Pero sobre todo, para ser arquero hay que estar dispuesto a tapar con la cara, la panza, las piernas, los dientes o la espalda, con lo que sea con tal de que la pelota no entre. Supongo que a los 17 voy al arco, entre otras cosas, porque combino cierta predilección por la soledad, una buena disposición para el sacrificio y una resignada serenidad para aceptar los golpes y la responsabilidad”.
Si continuamos el análisis por esta línea la segunda característica que podríamos mencionar es la frustración, el puesto de arquero requiere tolerancia a la frustración; sabemos que la perfección no existe en ningún ámbito de nuestra vida, eso no implica que en cada ámbito  busquemos acercarnos a ella, para mejorar y superarnos, a partir de este razonamiento podemos admitir el error como algo posible, el arquero debe aprender a convivir con el error, no tomar el error como algo “apocalíptico”, el problema no radica en el error, sino, en cúal es la actitud, la conducta ante el, como se lo enfrenta, si logramos aprender a afrontar el fracaso, comenzamos a desarrollar la autoconfianza.
Desde este ángulo podemos decir que si bien el arquero forma parte del equipo no tiene hinchada, ¿Debe “producir hinchada”?, ¿Qué es esto de “producir hinchada”?, es atajar cerca de la perfección, sostener un gran rendimiento, parece la única manera de que el arquero logre ese reconocimiento de la hinchada, que sabemos que mira con los ojos de la pasión y que la pasión no entiende de razones, esa hinchada que puede corear tu nombre o aplaudirte cuando atajaste esa pelota imposible. Esto es terriblemente desgastante porque el arquero debe sostener un nivel cerca de lo superlativo para estar en el corazón del hincha, y lo más doloroso, es que sabiendo que un solo error derrumba lo que parecía un edificio solido como un castillo de naipes. Lo frágil es para el arquero depositar sus expectativas, su rendimiento en ser juzgado por la pasión del hincha, por la mirada crítica del periodismo, por el análisis del entrenador, muchas miradas, muchas mentes que sin dudas le cambian el foco, el sentido y ahí es donde el arquero intenta controlar aquello que no puede, simplemente porque no depende de él, ¿Qué depende de él entonces?, ¿Qué puede controlar?, puede controlar su preparación, conocer sus límites y superarlos, saber de sus fortalezas, tener objetivos de tarea para desarrollar su potencial, tener claro que la mejora continua lo mantiene siempre en acción, motivado y enfocado en el presente, que es el tiempo donde el arquero debe vivir, desde el presente le damos forma a lo que será, el pasado; y a lo que vendrá, el futuro, todo se construye en el presente, aquellos que no tiene que ver con resultados, juzgamientos, etc., sino, con vivencias que dejan aprendizajes, que permiten continuar y mejorar.

El control de las emociones es para el arquero algo clave, saber reconocer y manejar el enojo, la ansiedad, el pesimismo, el desgano, etc., conocer como se expresa el estado emocional permite saber los procedimientos adecuados de autocontrol y regulación, ya que estas emociones pueden traer como consecuencia una disminución en el rendimiento, por ejemplo, en los procesos de atención, errores en la toma de decisiones, retraso o adelanto en las respuestas motoras fallando en la ejecución, disminución de la energía y cambios en la actitud,  se sabe hoy que una garantía de éxito se relaciona con la capacidad de autocontrol del deportista, aquí hago referencia al reconocimiento del papel activo que tiene la personalidad en la regulación del comportamiento y la consecución de metas, la inestabilidad ante  los obstáculos pueden producir que nos quedemos girando como en una calesita, enganchados en el problema, en la adversidad, en el error, dejando de caminar hacia nuestros objetivos, si no se logra controlar las emociones nuestros objetivos no solo se alejan sino también se diluyen al permanecer empantanados en los conflictos, como criticas y errores.


Por último, el aspecto a destacar es el de la personalidad, el vinculo entre personalidad y deporte fue y es estudiado aun, ante la amplitud y profundidad del concepto y obligatoriamente siendo reduccionista deseo destacar algunas definiciones de personalidad para dar algo de luz al concepto, podemos definir la personalidad  para Cattel como lo que permite un pronóstico sobre el comportamiento que adoptará una persona en determinada circunstancia; Eysenk la definió como una organización más o menos estable y duradera del carácter, temperamento, intelecto y físico de una persona, que determina su adaptación única al ambiente; para  Allport es la asociación dinámica dentro de un individuo, de todos los sistemas psicofísicos que determinan su comportamiento y sus pensamientos; para Adler  como el propio sentido de la vida de un individuo, sus formas características de resolver los problemas y conseguir los objetivos que se ha fijado.

Reflexionando sobre las definiciones de personalidad podemos enumerar ciertas características que el arquero debe poseer:

  •     La determinación como la manifestación de firmeza y convicciones solidas.
  •    La fuerza como la energía que se imprime para realizar sus actividades y afrontar las adversidades y obstáculos.
  •    El compromiso, que contiene la motivación para entrenar y el establecimiento de metas, claras, desafiantes y posibles.
  •      El autocontrol emocional, enfocarse en el proceso, no en lo que tengo para ganar o perder, liberarse de la propia opinión, no juzgarse.  
  •        La flexibilidad y adaptación a las circunstancias.
  •    El manejo de presión, vivir la situación como un desafío y no como amenaza, aceptándola como parte del juego.
  •    La actitud positiva, de manera que lo renueve constantemente ante los sucesos negativos, una gran herramienta es el auto dialogo, saber hablarse sostiene el foco, maneja la presión, regula las emociones, etc.


Es a mi criterio innegable que la dificultad, la mentalidad y el protagonismo que requiere el puesto no sea para cualquiera, y que el desprecio, la crítica y la minimización del mismo sean defensas psicológicas ante tamaña responsabilidad, ya que la exposición que impone estar bajo los tres palos, vestido diferente al resto, tratando de evitar lo que todos esperan (goles), y sabiendo que es el último bastión, ponerse en ese lugar altera la psiquis de aquellos que pretenden como un espejo identificarse en la gloria y hundirlo en la desgracia, quizá la soledad tenga que ver con eso y el saberse acompañado por uno mismo sostenga la gran osadía de ser arquero.

 


 



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.